Recientemente apareció en la librería el libro de Juan Carlos Bataller, Los próceres en carne viva”. El siguiente es el comentario de José Podda sobre la mencionada obra

Un libro sobre la sanjuaninidad

Por José Podda, ex legislador de la provincia

 

Poco alentadora es la publicidad televisiva de “Los próceres en carne viva”, el último libro de Juan Carlos Bataller. Anuncian a los personajes más conocidos: Ignacio de la Rosa, Aberastain, Sarmiento. Parece algo escolar. Si se tiene en cuenta que en la tapa hay un dibujo (caricatura) de Sarmiento bajándose de la estatua, se acrecienta la idea de estar frente a una especie de Billiken local. Sin embargo, aunque hay información valiosa para cualquiera de los niveles educativos, se está muy lejos de un manualcito de estudio o simple colección de efímeros artículos periodísticos. Es un libro serio de crónicas y biografías. Cada capítulo puede ser abordado en forma independiente, pero hay unidad, y en conjunto abarca la totalidad del siglo XIX de San Juan. Es historia contada desde la vida de los gobernadores. En su mayor parte es divulgación, pero hay también investigación propia y se ponen de manifiesto datos hasta hoy inéditos, o al menos, muy poco conocidos. Alguno de los temas ya fue tratado en un libro anterior, “Revoluciones y crímenes políticos de San Juan”, pero en éste, al abandonar la composición de revista que sobrevivía en aquel y optar por el relato lineal, se mejoró la técnica narrativa. Bataller es hombre de mucho oficio en la escritura, viene del periodismo y no de la academia, prescinde de solemnidades, erudiciones y acumulación de referencias innecesarias; tiene la obligación de ser entretenido, sabe serlo. Su prosa es sobria, no despilfarra adjetivos, escapa por igual a las ternezas bobaliconas como a epítetos furibundos; no adoba sus afirmaciones con poetizaciones de taller literario ni desciende a la tentación de la ironía fácil. Sin embargo en el libro hay chismes y jugosas anécdotas; hay ternura, violencia, poesía, hilaridad, pero no como producto de verbalizaciones del escritor, sino porque los hechos mismos fueron poseedores de esas categorías. El autor se limita a mostrarlos. Podríamos poner varios ejemplos. Por caso, es seguro que más de un lector se sorprenderá por las desavenencias matrimoniales de Sarmiento. A mí, lo más interesante me pareció el tratamiento de los personajes menos conocidos: Mariano Mendizábal, el cuñado aventurero; el irresponsable de Martín Yanzón, o Francisco Díaz el gobernante anticlerical.

Es un libro de historia, dijimos, y por tanto, tal como lo exigiría Erich Kahler, no sólo hay acontecimiento sino también, significado, interpretación del acontecimiento. Por encima de las particularidades, vemos la continuidad de los grandes temas que marcaron, tanto el proceso civilizatorio mundial como la evolución de la provincia: las disputas entre economía abierta o cerrada; la iglesia o el pluralismo; el caudillo o la institución. No hay sólo historia en el sentido de pasado. Se habla y se juzga a la historiografía, al tratamiento político de la historia, los homenajes, nombres de calles, traslados de estatuas. Todo eso es presente; es psicología social o sociología. En definitiva es un libro sobre la sanjuaninidad.

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