Se fue Rodolfo Ferrer, “El profe”, un personaje irrepetible
Caricatura: Lucho Velázquez

La historia se repite cada vez con mayor asiduidad. Es la señal más clara de la cercana despedida. Y no queda más que repetir lo mismo. Este sábado comprendí con la brutalidad de lo inesperado que los periodistas no estamos preparados para transmitir lo que sentimos cuando esas noticias nos alcanzan.

Uno piensa que todo lo que nos rodea es eterno. Que Claudia Pirán seguirá cantando la Zamba del Laurel, que Nina llenará nuestra pantalla televisiva, que Jimmy nos esperará el sábado en el café y que como cada martes pasaremos con Luciano a buscar al profe Ferrer para que sea jurado en el concurso de intérpretes y nos informe sobre temas que se hunden en los tiempos.

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A nuestra edad ya deberíamos ser duchos en este oficio de llorar ausencias. Pero somos flojos en ese tema.

Será que hemos comprendido que hay personas que no se repiten. Que no vamos a encontrar a la vuelta de cualquier esquina a un Rufino Martínez, a un Gringo de Lara, a un Marito Castro, a un Chiquito Escudero, a un Mario Pérez.

Con Rodolfo Ferrer nos pasaba otro tanto. Durante 23 años fue jurado del concurso. Era tan cumplidor que hasta nos avisaba con un mes de anticipación cuando iba a faltar.

Rodolfo era, sin duda, un personaje complejo. No era sólo lo que mostraba ni mostraba todo lo que era.

Daba la impresión de ser un erudito de laboratorio. Sin embargo era mucho más: diría que era un sobreviviente de aguas turbulentas. Una persona capaz de gozar cada momento pero también un actor capaz de actuar su personaje sin maquillaje y de acuerdo al público que ocupe la sala.

Seguía siendo un perfeccionista y conservaba la energía de los años mozos, pero la administraba de acuerdo a sus necesidades vitales sin tener en cuenta requerimientos ajenos.

Rodolfo Ferrer entrevistado por Juan Carlos Bataller en el ciclo "Qué hiciste con tu vida"

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Rodolfo nació en el seno de una familia importante, los Ferrer Yanzi. En una larga entrevista para el ciclo qué hiciste con tu vida que le hiciera en 2017 contó que fue un niño tímido que encontró en la lectura y el arte la forma de vencer a sus silencios. Si bien se recibió de perito mercantil en la Escuela de Comercio desde siempre supo que no eran los números contables su destino. “Tenía que tener la secundaria terminada para volar de San Juan. A mí no me gustaba San Juan. Después, con los años, me di cuenta que San Juan tiene algo, como un hechizo que yo digo que es energético. Cuando uno está, no lo quiere pero después cuando uno se va, lo añora”.

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Y apenas pudo se fue a Buenos Aires, para estudiar teatro e ingresar a la Escuela Nacional de Danzas, donde se recibió de Profesor de Expresión Corporal y de Folclore.

En 2017 Rodolfo Ferrer recibió en el Teatro Colón el Premio María Ruanova a la trayectoria, uno de los mayores galardones de la danza argentina.

—¿Fuiste solo o tenías parientes allá?
—No, primero me fui con mi madre. Mi hermana ya estaba casada y se quedó e hizo su familia acá. Yo decido ir y se va mi madre conmigo, teníamos nuestro departamento allá y llegué, rendí sin ningún problema e ingresé. En tanto yo tomaba cursos de teatro y ahí hacíamos nuestros ensayos con actores muy importantes. Ahí es como que yo me sentí en mi salsa. A mí me gustaba Buenos Aires, yo soy de las grandes urbes, pero reconozco que con los años empecé a ver a San Juan de otro modo y me volví y no sólo eso, sino que me enamoré de San Juan. Por eso digo que San Juan tiene algo que tira, tiene un embrujo que yo digo que es energético. A lo único que le tengo terror es a los temblores.

—¿Les tenés miedo?
—Absolutamente. Te voy a contar algo: yo duermo con joggins, con una linterna al lado y no dejo nada que me pueda interrumpir la salida porque fui producto no del ´44, pero si del ´52. Mi madre le tenía terror y esas cosas yo creo que se heredan.

—¿Llegaste a ser profesional de la danza?
—Yo estuve trabajando en la danza porque la carrera de danza que hice en Buenos Aires es muy diferente a lo que la gente piensa. Se piensa que el bailarín solamente baila, cuando se hace un profesorado. La carrera es integral con música, con rítmica, con danza contemporánea, con folclore en el caso de la primera carrera que yo hice, con historia del arte.

—Es mucho más amplia…
—Eso me permitió abrir un bagaje enorme de conocimientos con grandes docentes. En escenografía y producción de espectáculos como en vestuario, con un escenógrafo fantástico que ya falleció, que lo mismo podía estar poniendo una producción en un teatro de revistas, donde todo es pluma, brillo y purpurina y además estaba montando una escenografía en el Teatro Colón para una ópera. Es fundamental el haber tenido muy buenos docentes.

1976 - Rodolfo Ferrer y Graciela Zabaleta bailan danzas cortesanas y de salón en una presentación en el Teatro San Martín de Buenos Aires con el ballet de la Escuela Nacional de Danzas que dirigía Nelly Ramicone. Ambos egresaron como profesores de Danza ese año. (Fuente Fundación Bataller)

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Siempre sonreía cuando contaba que había trabajado con la compañía de Margarito Tereré, con la que recorrió escenarios y programas de televisión. “Hay gente que me dice, yo lo recuerdo cuando usted hacía de Margarito.  Difícilmente me reconocerían detrás de la máscara. Margarito Tereré era un yacaré correntino vestido de gaucho argentino tomando tereré y con una margarita en su sombrero creada en los años setenta con el propósito de que los niños conocieran su país y sus tradiciones”.

-. Yo entro como suplente en la compañía. Íbamos rotando a veces los roles. Fue una etapa fantástica, Íbamos a las provincias. Vivíamos mucho en aviones. Y si íbamos al interior de Buenos Aires, viajábamos en una combi. Me acuerdo de haber llegado y hacer las presentaciones en estadios y la gente venía dos horas antes para hacer la cola para ingresar. Yo sentí lo que es una multitud cuando se abrían las puertas del estadio y era impresionante el ruido de la gente ubicándose. Yo conservo recuerdos preciosos de esa época.

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Pero todo termina algún día y Rodolfo volvió a San Juan.

—Yo volví a San Juan por una cuestión no muy grata. Mi madre se enferma y se vuelve San Juan y yo sigo con mi carrera, sigo estudiando, hago otro profesorado en la Escuela de Danza. Me quedé un tiempo pero no me preguntes por qué -porque yo soy medio brujo- tuve la necesidad de venirme. Liquidé todo y dije me voy a San Juan y me vine. A los 15 días falleció mi madre y allá ya no podía volver porque ya había dejado todo. Estaba acá sin saber qué hacer y por esas cosas de la vida que a mí se me fueron presentando, me llaman de una radio para hacerme una nota. Pensé que me estaban haciendo una cargada, pero no, me hicieron la primera entrevista que se grabó y la pasaron el día sábado al mediodía. Y, bueno, así volví de cero. Por eso yo digo que la vida me dio mucho pero yo también puse mucho.

Año 1974. Rodolfo Ferrer en Buenos Aires, con alumnos del Banco Creedicop, Sucursal Villa Ortuzar

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Igual que sus inicios en el teatro, que su trabajo con Margarito Tereré, la tercera etapa de Rodolfo fue el Polivalente.

-Comencé de nuevo, dando cursos. En esto tengo que agradecerles mucho a las supervisoras de música y a las maestras jardineras porque cae este desconocido en San Juan, ya vuelve más grande, con las últimas técnicas de la expresión corporal en la educación infantil, habiendo pasado todos los niveles de educación menos capacitación laboral y van a ser justamente las supervisoras y las maestras de jardín de infantes y de música, las que me piden. Y así se inicia un proyecto que en el siglo pasado fue de avanzada, como es computación, inglés, teatro y danza y yo lo implementé junto con otros docentes.

—¿Llegaste a la dirección del Polivalente en esta etapa?
—No, primero entro a trabajar en el Profesorado de Educación Especial Silvino Martínez y justamente en supervisión. Paralelamente trabajo en la escuela Carem con niños con daños mentales severos y profundos, todo a través de la danza. Trabajaba a la par de la maestra. Lo que pasa por el cuerpo no se olvida más, por eso es tan importante en la educación especial el trabajo corporal.

—Como jurado en La ventana habrás notado que muchos intérpretes ya vienen con formación adquirida en la Universidad o en el Polivalente…
—Exacto. El Polivalente ha sido una escuela muy importante para mí. Entré dando poquitas horas y cuando entré me dije: yo voy a ser director de esta escuela. En el Polivalente lo único que sentí es que tenía un proyecto y en ese proyecto iba todo. Tenía algo claro: la disciplina. El arte es disciplina por eso siempre se acuerdan que ahí no habían piercing, no habían aros, solamente el reloj para entrar a horario. Y no se trataba sólo de disciplina sino de respeto a sus docentes. Esto lo he aplicado y creo que a mí me dio resultados.

Durante 23 años fue jurado del Concurso de Intérpretes de La Ventana.
En la foto Ricardo Elizondo, José Domingo Petracchini y Alejandro Segovia


Rodolfo entró en el jurado de La Ventana como “la oreja del pueblo” y pronto se hizo popular cuando por sus camisas. Llegó a mostrar un centenar de camisas distintas.

—Pero me dio un toque lindo ser la oreja del pueblo, me hizo más popular. Yo tengo mi club de fans de la tercera edad, voy por la calle, me paran, me dicen “A usted lo conozco de La Ventana”. Mis seguidores son todos señores y señoras de la tercera edad.

>>>Al final de la entrevista y ya en un tono más íntimo apareció una pregunta.
—¿Vos creés en otras vidas, creés que hay posibilidades de volver?
—Yo creo absolutamente en eso. No sé de qué forma pero de algún modo, voy a venir para molestar.

—¿Creés que sos un espíritu joven o viejo?
—Yo soy un espíritu joven, mírame este cuerpito. No voy a decir la edad que tengo porque no lo digo ni loco. Yo soy muy joven de pensamiento.

—¿Has tenido otras vidas antes? ¿Lo has investigado?
—Por supuesto, aunque no me hace falta investigar. Yo siento, hay cosas, hay momentos que a mí me interesan que indudablemente me hacen creer que uno vive y vuelve nuevamente. En el karma creo bastante, como en la cosa energética. Yo creo que todos nacemos con fecha de vencimiento. La tenemos no sé por dónde, pero venimos con fecha de vencimiento. Por eso yo a la vida la vivo intensamente.

—Este ciclo se llama “Qué hiciste con tu vida” y la pregunta final siempre es la misma: ¿repetirías tu vida o la cambiarías totalmente?
—En algunas cosas, la cambiaría. Creo que el que no cambia con la experiencia es un estúpido. Muchas cosas podría saltarlas y ya tendría una sabiduría de vidas anteriores, pero la haría mucho mejor, mucho más divertida. Seguramente no estudiaría tanto y me divertiría más. Ahora se me ha dado por divertirme y ya los años no permiten hacer todo lo que uno quisiera.

“Creo absolutamente en la posibilidad de volver después de muerto. No sé de qué forma pero de algún modo, voy a venir para molestar”.


Click para verel video de la entrevista realizada a Rodolfo Ferrer, por Juan Carlos Batallerpara el ciclo Qué hiciste con tu vida, en noviembre de 2017